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El estado soñador de la juventud no corrompida atestigua el anhelo del espíritu recién despertado en libertarse de todo el mal, de todas las impurezas que lo rodean, tanto las adheridas al alma como las impregnadas en su ambiente. Indica el deseo ardiente de escalar con vigor el camino de la ascensión espiritual. Sepamos reconocer, respetar y favorecer ese inmaculado inicio de un vuelo puro a las alturas.