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Una pequeña lluvia en buena hora fue capaz de hacer brotar millares de flores en el suelo reseco del desierto…Si un alma inhóspita, incluso hasta amargada, decide finalmente regar a sí misma con gotas de amor al prójimo y chubascos de buena voluntad, entonces ella también dejará florecer en sí las más nobles virtudes del espíritu que alberga.