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Quien ya buscó comprender el funcionamiento de las leyes universales, seguramente llegó a conocer el papel crucial que los pensamientos desempeñan en la formación del destino. Y quien reconoció la importancia de ellos, ciertamente también buscó esforzarse en emitir solamente pensamientos puros. El grado de ese reconocimiento, sin embargo, es muy variable. Está en directa proporción con el esfuerzo en mantener la pureza de los pensamientos en todos los aspectos de la vida, sin nunca desviarse por nada.
En el Mensaje del Grial de Abdruschin, el libro En la Luz de la Verdad, aparece la siguiente exhortación en algunas de las conferencias que componen la obra: “¡Mantened puro el hogar de vuestros pensamientos, pues así sembraréis paz y seréis felices!”
El hogar de los pensamientos a que Abdruschin se refiere es la voluntad interior del ser humano, la voluntad intuitiva o espiritual. Si esa voluntad es conservada pura, entonces los pensamientos se moldearán de acuerdo, sin nada artificial. Es algo bien diferente de tratar mantener “pensamientos positivos” a cualquier precio, de modo antinatural, con intenso esfuerzo mental. Ese tipo de esfuerzo poco provecho traerá al individuo. Si su voluntad interior ya no está muy bien purificada, entonces los pensamientos verdaderos, es decir, con fuerza anímica, se moldearán según esa voluntad impura, siendo, por tanto, igualmente impuros.
Uno de los efectos de la voluntad conservada pura es traer al autor la verdadera paz de alma. Y los pensamientos que de ahí se desarrollan traen, en la reciprocidad, alegría y felicidad. Abdrushin reitera especialmente en su Mensaje del Grial: “La base para la edificación de una nueva humanidad, base que vosotros no debéis ni podréis evadir, la constituye esta sola frase: “¡Mantened puro el hogar de vuestros pensamientos!” Una simple enseñanza, tan simple, y al mismo tiempo tan poderosa e incisiva para la formación de las contingencias de la vida humana, del destino de cada uno…
Observemos que no hay ninguna excepción en esta exhortación. Abdrushin no dice que en determinados casos, de aparentes injusticias, estamos liberados para generar malos pensamientos. No es así. Por cierto, del punto de vista de las leyes naturales, mucho de lo que consideramos injusticia no lo es absolutamente. En verdad, casi la totalidad de eso. Una u otra persona, por ejemplo, puede convertirse el instrumento para hacer retornar a nosotros mismos aquello que de errado hicimos en relación a otro, en tiempos pasados. Es apenas un modo más de la actuación de la Ley de la Reciprocidad. No obstante, si en una tal situación de retorno de karma, nuestra voluntad interior se inclina para el lado errado, si permitimos brotar cualquier cosa negativa en nuestro interior, sea inconformismo o rebeldía, rechazo o rabia, tristeza o resentimiento, entonces los pensamientos resultantes de esa voluntad torcida serán igualmente malos, y nuestro destino se moldeará de acuerdo. Como el hogar de los pensamientos no fue conservado puro, entonces recibiremos, infaliblemente, dolorosos efectos recíprocos en el futuro. Todo muy simple.
¿Y en el caso de que seamos alcanzados por alguna injusticia real? Si eventualmente eso llega a pasar, sea por ignorancia o incomprensión de nuestro semejante, de falta de visión o de promesas no cumplidas, de confusión entre sentimientos e intuición, no importa, aún así el hogar de nuestros pensamientos – nuestra voluntad interior – tiene que conservarse pura. ¡Incluso en esos casos, y especialmente en esos! Siempre. La causa no es lo mas relevante aquí, pero si como nos portamos con relación a lo que nos alcanza. Se puede perfectamente reaccionar a cualquier injusticia con serenidad, buen sentido y eficacia, sin que sea necesario generar malos pensamientos o malos sentimientos.
No se debe alimentar ningún sentimiento negativo a quien nos perjudicó de alguna forma, consciente o inconscientemente. La propia actuación de las leyes universales cuidará de colocar todo en su debido lugar. No es nuestro papel actuar como justicieros ahí, como coadyuvantes en la actuación de esas leyes. Ellas se efectúan automáticamente, sin ninguna “ayuda” de quien quiera que sea, con la mas perfecta justicia, como solamente es posible en las leyes divinas.
“¡Mantened puro el hogar de vuestros pensamientos, pues así sembraréis paz y seréis felices!”
Esa es la llave para la paz y la alegría, para la verdadera felicidad y la ascensión espiritual. Feliz de aquel que en tiempo cierto reconozca la profundidad de esa enseñanza y direccionar su vida irrestrictamente de acuerdo con ella.
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