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No son pocas las personas que ya pensaron, por lo menos una vez en la vida, en justamente acabar con ella para resolver todos sus problemas. Muchas son también las que piensan continuamente en esa posible “salida” para tantas dificultades.
Existen, realmente, varias razones de cuño espiritual para que nadie llegue ni siquiera a considerar la hipótesis de suicidio (bit.ly/3wKU98J). Sin embargo, un motivo se sobrepone a todos los otros: no podemos abrir mano de la vida simplemente porque ella no nos pertenece. Recibimos la dádiva de la existencia por la actuación del Amor del Todopoderoso, y deberíamos hacer uso de ella de modo a honrar continuamente a nuestro Creador, como gratitud por nos haber sido concedida la posibilidad de adquirir la autoconciencia. Acabar con la propia vida es rechazar la más preciosa de las gracias y es practicar un crimen atroz contra el Amor divino.