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Los Incas fueron médicos insuperables. Realizaban curas que más parecían milagros, porque conocían a fondo la causa de las enfermedades que afligían los pueblos vecinos, casi siempre originadas del alma, tal como hoy. El “arte de curar” que desarrollaron suplantaría en mucho el saber de la medicina racionalista de hoy. No obstante, ellos solamente pudieron perfeccionarse en ese arte al entrar en contacto más estrecho con otros pueblos, pues mientras vivían en sus valles montañosos no conocían enfermedades*.
El pueblo Inca no sabía originariamente lo que eran “enfermedades”, más también, no sabían lo que era “mentira”. Ni siquiera había en la lengua de ellos una palabra para designar el concepto de mentira. Vivían en irrestricta conformidad con las leyes de la Creación, de modo natural, durante siglos. Fueron el último pueblo en la Tierra ligado a la Luz.
En contraste, casi la totalidad de la humanidad ha vivido en contraposición a las leyes naturales por milenios. Por eso, casi todas las personas son portadoras de alguna enfermedad, más simple o más seria. Se trata apenas de uno de los muchos efectos negativos de un modo de vida errado, al cual nos entregamos no apenas en esta, más también en vidas anteriores. Sembramos semillas malas, y ahora cosechamos los respectivos frutos amargos.
Para tratar de reencontrar la perdida salud se debe, por tanto, hacer el movimiento contrario hasta entonces seguido. Debemos esforzarnos en vivir nuevamente según esas leyes universales, que atestiguan por sí la Voluntad del Creador, y que nos fueron más una vez enseñadas con todo amor y paciencia por Su Hijo, mediante parábolas. Lo presupuesto para ese necesario retorno es, antes de más nada, cuidar de mantener cuerpo y espíritu en movimiento, pues el movimiento es igualmente una exigencia para todo cuanto fue creado, actuando también como una ley.
Esa ley de movimiento establece que algo o alguien solo puede mantenerse saludable y útil en la Creación si se mantiene en permanente movimiento. Movimiento terreno y espiritual. La medicina actual sabe de la importancia de la actividad física para la salud, pero ignora que eso poco puede servir si la persona no se obliga al mismo tiempo a una rigurosa actividad espiritual.
Moverse espiritualmente de modo correcto es conservar siempre pura la voluntad interior, que, por su vez, solo podrá generar pensamientos límpidos. Es cuidar para que todos los actos y palabras solo surjan visando el bien, en beneficio del ambiente. Ya el movimiento físico no es sinónimo de dedicarse a algún deporte, que es una práctica antinatural, provocadora de desequilibrios, pero si mantener el cuerpo en rigurosa actividad, absteniéndose de cualquier vicio, y sobretodo, cuidando de la alimentación. Comer y beber lo que es saludable para el cuerpo, evitando todo el exceso, sin abrir mano, evidentemente, de algún necesario tratamiento médico.
Los Incas siempre se adaptaron naturalmente, con confianza infantil, a las tres leyes básicas que sostienen la obra de la Creación: la Ley de la Reciprocidad (http://on.fb.me/1fojJ8D), la Ley de Atracción de la Igual Especie (http://on.fb.me/1lMhHLg) y la Ley de Gravedad Espiritual (http://on.fb.me/1Rjl2At). Por eso eran saludables de cuerpo y alma, plenos de alegría de vivir. La alegría que brotaba de sus almas puras se originaba de la profunda gratitud que consagraban al Creador. Y esa alegría adornaba a ellos propios y a su ambiente.
Nosotros, ahora, en obediencia a la ley del movimiento, tenemos el deber de movernos bien enérgicamente para conocer a fondo esas leyes básicas y direccionar nuestras vidas según sus directrices. Solamente así la salud que perdimos, o mejor, de la cual abrimos mano, podrá retornar poco a poco a nuestros cuerpos físicos y anímicos.
Las enseñanzas incas que siguen fueron extraídas del libro “La Verdad Sobre los Incas”, de Roselis von Sass: “En el alma yacen las causas de los problemas de salud, los cuales atormentan a los seres humanos de hoy.” (…) ¡Mientras bebamos el agua con alma pura, la salud permanecerá en nuestros cuerpos! (…) ¡El ser humano es responsable de todo lo que le sucede! ¡Él puede escoger su religión y determinar, así, su destino! ¡La Verdad es Vida y Luz…, la mentira conduce al abismo mortal!
[*Registrado en “La Verdad Sobre los Incas (http://bit.ly/1hmzIOx), de Roselis von Sass.]
(Conozca las obras literarias publicadas por la Ordem do Graal na Terra. Ingrese a: http://bit.ly/1u52cG0).