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El temporal no dejará de venir. Va a caer sobre nuestras cabezas más temprano o más tarde, pues fue generado por las condiciones erradas que nosotros mismos producimos. Sembramos descuidadamente variados vientos, y ahora es época de cosechar la respectiva tempestad (http://bit.ly/1rBfi0o).
Sin embargo, podemos y debemos enfrentar la tormenta inevitable con optimismo y disposición alegre, no acaso con miedo o rebeldía. Corajudos, y no temerosos. Imbuidos, sobretodo, de la firme voluntad de nunca más dar oportunidad a futuras tempestades, sea por palabras insensatas, pensamientos impuros o intuiciones maldadosas. El entusiasmo que vuelve a despertar para el bien hace toda la diferencia en el enfrentamiento de las tempestades del destino en desencadenamiento, y aún nos preserva deformar otras nuevas por descuido o ignorancia.