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¿Cuál es la diferencia entre un pedazo de carbón y una piedra de diamante?…
El diamante es un mineral raro, bello, poseedor de consistencia y brillo únicos, capaz de atingir valores de mercado altísimos. Es el material más duro existente en la naturaleza, solo pudiendo ser rallado por otro diamante. La palabra “diamante” proviene del griego “adamantos”, que significa “indomable”, “invencible”.
Ya el carbón es una de las especies de roca más frágiles que existen. De color opaco y abundante, es un material absolutamente común, trivial, con poco valor de mercado.
No obstante, del punto de vista físico-químico, carbón y diamante son prácticamente idénticos. Ambos son minerales formados casi que exclusivamente por átomos de carbono. La diferencia está apenas en el modo de conexión de esos átomos. La estructura del carbón (o grafito – carbón calcinado) es desalineada y desorganizada, mientras que la del diamante es alineada y simétrica.
Cuando el carbón es sometido a presiones muy altas durante un tiempo bastante largo, de millones de años, surgen los diamantes. En la época en que la Tierra estaba enfriando, algunas camadas de roca líquidas de carbón quedaron sometidas a presiones y temperaturas descomunales, obligando a sus desorganizados átomos de carbono a alinearse en la forma cristalizada de los diamantes.
Esa curiosa situación de carbón y diamante, tan iguales y al mismo tiempo tan diferentes, constituye una buena analogía del proceso de desarrollo del espíritu humano en sus caminos por la materialidad.
Ha cerca de tres millones de años los primeros seres humanos llegaron a este nuestro planeta (http://bit.ly/1kc3xsy), para iniciar aquí la marcha de un largo proceso de desarrollo.
Las vivencias en los mundos materiales, tanto en el más acá como en el más allá, mediante renovadas encarnaciones (http://on.fb.me/1Iibnfz), actuaron en eses espíritus aún no madurecidos como fuentes externas de presión, de modo que, al aprovechar adecuadamente esas experiencias vivenciales, cierto número de ellos se tornaron tan brillantes y puros como los más bellos diamantes, pudiendo, así, retornar a su luminosa patria espiritual. Sus espíritus se tornaron tan resplandecientes como la verdadera morada de ellos, de donde antaño salieron para cosechar experiencias en la materialidad. Por eso, ellos pudieron volver para casa, tal como indicado en la parábola del hijo prodigo.
También nosotros continuamos a pasar por ese mismo proceso de desarrollo natural. Por eso, las luchas y adversidades de la vida (http://on.fb.me/1DSSd92) no deben ser encaradas con desanimo o rebeldía, pero sí como estímulos para proseguir con renovado empeño en el camino del desarrollo del espíritu, buscando siempre vivir según disponen las leyes del Universo (http://on.fb.me/1MkBS4L).
Los obstáculos de la vida nos ayudan a desarrollar nuestras capacitaciones latentes, de modo a poder resistir a las presiones. Ellos nos fuerzan a un necesario movimiento espiritual, que, de lo contrario, si dejada a nuestra propia voluntad, ciertamente no ocurriría. Las dificultades, en fin, auxilian nuestros desorganizados anhelos a alinearse a las leyes de la Creación, tal como carbones que buscan transformarse en diamantes. Es así que nuestro espíritu pasa del estado bruto para el lapidado.
(Conozca las obras literarias publicadas por la “Ordem do Graal na Terra”.
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