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El espíritu de la mayor parte de las personas de la época actual se encuentra encarcelado, preso dentro de ellas mismas, sin poder desarrollarse por completo y ascender rumbo a su verdadera patria. Él fue, desde temprano, lanzado dentro de la celda de los dogmas y de la fe ciega, y ahí permaneció, pues la comodidad acogedora y el miedo paralizante no le permitieron adquirir el coraje indispensable para libertase de las falsas concepciones.
Solamente aquel que reconozca, aun en tiempo, la falsedad de todo lo que le fue impuesto, conseguirá reunir la fuerza necesaria para recuperar la perdida libertad de su espíritu.