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La criatura humana no debe dejarse seducir por las falsas bellezas y fulgores imaginarios de este mundo, pues nada de eso es duradero y ni siquiera contribuye para su desarrollo espiritual. Únicamente la Verdad es capaz de envolver su espíritu en paz perenne y nutrirlo de Luz inextinguible, pues únicamente ella provino del Creador y le permite religarse a él.