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Nunca, en ningún tiempo, será posible ecualizar a los seres humanos. Todo y cualquier intento en ese sentido tendrá que redundar en el más fragoroso y retumbante fracaso, transcurrido un tiempo mayor o menor. No existe ni jamás existirá nada semejante a un “comunismo espiritual”, en que todos los individuos presenten las mismas capacitaciones, las mismas irradiaciones, los mismos brillos.
Cada espíritu es único, con un desarrollo también único. Y cada individuo que realmente busca evolucionar de modo correcto en esta Creación contribuye con su parte diferenciada para la belleza del todo, la cual, por cierto, solo existe justamente por causa de la heterogeneidad.