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Incluso si solo hay una única semilla buena en un alma humana, ella también brotará y florecerá ahora, en esta nuestra época de la rendición final de todas las cuentas (http://bit.ly/1UKvnfs), aunque circundada por el suelo árido del más inhóspito materialismo.
Cabe entonces al propio sembrador aprovechar la oportunidad, abonándola y regándola, para tener nuevamente, despertando, poco a poco, el sentido para las cosas del espíritu. Con eso, también el suelo de su alma se modificará.