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Hace pocos días apenas y aquel renovado anhelo de fin de año por mejores días parecía de nuevo tan factible, tan real de esta vez, tan al alcance de las manos de todos nosotros, que ayudamos a moldearlo nuevamente con nuestra cuota cíclica de optimismo, anestesiados que estábamos por la alegría contagiosa de la fiesta de año nuevo, felices en el embotamiento de abrazos y votos mutuos, sean sinceros o no.
Más… ¿y ahora? Ahora, cuando los pies están nuevamente firmes en el suelo ya limpio de los corchos de la champaña, cuando el mundo, indiferente al ruego de sus hijos, muestra nuevamente su verdadera faz – limpia también del maquillaje hipnótico de los fuegos artificiales, es justamente ahora que resurge la pregunta angustiante: ¿Qué nos traerá el año nuevo? Aturdido por un enmarañado de profecías y vaticinios, el ser humano común se esfuerza en levantar un poco el velo del futuro, por lo menos del suyo: “¿Qué me traerá, pues, éste año?”
Con relación a la humanidad como un todo no es difícil, realmente, hacer previsiones (http://on.fb.me/1Dh6cea). Ella continuará a cosechar y saborear compulsoriamente los frutos amargos de su siembra de los últimos milenios. Apenas con la diferencia de que la cantidad e intensidad de esos retornos serán cada vez mayores, como ya viene ocurriendo al largo de las últimas décadas. Quien tenga ojos para ver, que vea.
Guerras fratricidas, crímenes atroces, enfermedades terribles, desequilibrios síquicos, crisis políticas y sociales globales, descalabro económico-financiero generalizado, múltiples catástrofes de la naturaleza, alteraciones climáticas incisivas, miedo e inseguridad diseminados por todos los cuadrantes… Los compañeros fieles de la humanidad en este siglo continuarán a serlo en el año que se inicia, en el cierre del ciclo de su existencia (http://on.fb.me/1dSlfiQ).
Con relación a un único individuo, sin embargo, a un ser humano cuyo espíritu aún esté vivo, el futuro solo a él pertenece. Solamente a él. Tan solamente él es el señor de su destino. Es él mismo quien moldea para sí su propio futuro, de acuerdo con su manera de vivir en el presente. Puede, así, preparar para sí tanto un lugar repleto de alegría y felicidad, inmerso en luz, como un local de máximo sufrimiento y dolor, inmerso en la más aterradora desesperanza. La decisión es de él. Siempre y únicamente de él.
(Conozca las obras literarias publicadas por la “Ordem do Graal na Terra”.
Ingrese a: http://bit.ly/1XjNebF.)