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Libertar el espíritu de la prisión en que él fue encerrado por el raciocinio calculador, y hacer con que se mueva nuevamente, es una tarea bien difícil en los días de hoy. Sin embargo, no es imposible. Legítima buena voluntad y esfuerzo continuo consiguen vencer el óxido de la indolencia y liberar el espíritu de su inactividad forzada.