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Quien anhela recibir algún tipo de auxilio espiritual debe preparar el suelo en su interior para eso.
Debe, antes de más nada, enderezar los rieles de la buena voluntad y de la humildad, usualmente torcidos por la presunción y por la vanidad. Y también debe mantenerlos siempre bien conservados, pues solamente sobre tales rieles una ayuda verdadera puede correr, y solo sobre ellos puede también alcanzarlo.