Reading time: less than 1 minute
Las contingencias de la vida nos impiden, a veces, de continuar a navegar en dirección a los objetivos que habíamos estipulado. Pero si la situación exterior es de escasez, no por eso necesita ser también la interior. Por el contrario, podemos y debemos continuar a desarrollarnos espiritualmente, ennobleciendo todo a nuestro alcance. Una eventual pausa terrena no requiere una parada espiritual.
La criatura humana puede y debe continuar progresando interiormente, al punto de tornarse un manantial de dádivas para sus semejantes. Una naciente de acciones límpidas, de palabras vivificantes y de pensamientos refrescantes, que amenicen la sed de ellos por amor, justicia y paz. Y por la inflexible actuación de la Ley de la Reciprocidad (http://bit.ly/1T9ZesI), ella, como fuente original de cosas buenas, también será alcanzada por la gratitud de los que fueron obsequiados, y su vida será enmarcada y embellecida por esa gratitud.