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El alma del ser humano de los tiempos actuales, con pocas excepciones, se encuentra en una situación muy aflictiva, a punto de morir de sed en la celda en que fue lanzado por la fe ciega. Y ahí, ningún dogma le podrá servir de lenitivo. Solamente las gotas de la Verdad de la Vida podrán atenuar su sed por la Luz y fortalecerla poco a poco. Cabe, por tanto, a la criatura humana moverse para encontrar y reconocer esa Verdad, antes que sea demasiado tarde.