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No es necesario temer la Verdad y tampoco su Luz. No es porque hace ya tanto tiempo que estamos inmersos en las tinieblas del dogmatismo paralizante que debemos acomodarnos y habituarnos a eso. Al contrario, es hora de movilizarnos espiritualmente en busca de la Luz y de la verdadera fe, que nada tiene de ciega. No es ningún acaso que tantos hoy en día sientan el anhelo por esa descubierta y liberación.