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Ciencia y erudición, dogma y fe ciega, misticismo y ocultismo, riqueza y poder, belleza y seducción… Ninguna de las innúmeras llaves del éxito creadas por el raciocinio puede conceder a la criatura humana paz de alma y alegría de vivir. Es inútil, ninguna de ellas es capaz de abrir el portal de su alma para el reconocimiento de la Verdad. Únicamente una vida vivida dentro de las leyes de la Creación resulta en ascensión espiritual permanente y, por fin, la eterna bienaventuranza, y tan solamente esa contingencia constituye la legítima llave de la felicidad.