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Si tenemos un pensamiento que pueda redundar en una idea útil, entonces no debemos exponerlo de inmediato. Al contrario, debemos cultivarlo, permitiendo que se fortalezca por la fusión de otros pensamientos y concepciones análogas.
Así, poco a poco, el pensamiento original se fortalecerá y se condensará en una forma cada vez más clara y consistente, y estaremos seguros de que, cuando puesta en práctica, la idea por él generada iluminará el ambiente y traerá múltiples beneficios.