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Si el alma es agitada por emociones negativas como miedo, desconfianza, envidia o rabia, si balancea irrequieta de un lado para otro en un mar revuelto de sentimientos nocivos, entonces ella se torna marcada con eso e influenciará el ambiente de manera disgregante, aunque externamente la persona mantenga su autocontrol y se presente con un semblante de pretensa paz y aparente serenidad.