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Cuenta la leyenda que durante su jornada en búsqueda de elucidación, el futuro Buda estaba absorto en la orilla de un rio cuando pasó al frente de él un barco, dentro del cuál un músico anciano daba instrucciones a un alumno sobre como afinar el instrumento de cuerda. Y el viejo músico decía al joven: “Si tú estiras mucho la cuerda, ella se reventará; si la dejas muy suelta, ella no tocará.” Esa frase habría suscitado en él la comprensión de que el camino para alcanzarse la armonía en la vida siempre estará lejos de los extremos.
Ese concepto del “camino del medio”, sin embargo, ya era conocido en otras épocas, por otros pueblos. En la entrada del Templo de Apolo, por ejemplo, erigido alrededor del siglo IV a.C en la ciudad griega de Delfos, había una inscripción: “Nada en exceso”. Se trataba de la misma enseñanza. El camino del medio, el camino de la armonía, de la ponderación y del equilibrio, es el más adecuado en casi todas las situaciones de la vida.
Podemos pensar en la vida terrena armoniosa como un riachuelo que sigue su camino con el nivel de agua ni muy alto ni muy bajo, de modo que una persona que viva de esa forma traerá provechos al ambiente y a ella misma. Al encontrar las piedras que sobresalen de su lecho, el agua del riachuelo provoca un sonido murmurante, relajante, además de contribuir para su oxigenación y con eso para la vida acuática. Si el nivel del agua estuviese muy bajo, el hilo de agua mal conseguiría escurrir por entremedio de las rocas, sin producir ningún efecto benéfico. Si el nivel estuviese demasiado alto, la corriente pasaría a gran velocidad por sobre las piedras, cubriéndolas totalmente y también no produciría ningún efecto. En ambos casos, que son los extremos, no se reconocería más el efecto vigorizante y benéfico del riachuelo murmurante. Él solo trae bendiciones con el nivel de su agua a un punto medio. Ocurre que nosotros mismos tenemos la prerrogativa de elegir la velocidad de escurrimiento del agua, mediante nuestra voluntad espiritual.
E camino del medio vale para la disposición correcta de vida de la criatura humana, en sentido amplio. Cuidar del alma sin descuidar del cuerpo. Buscar el desarrollo espiritual manteniendo la vigilancia terrena. Buscar tesoros para el alma sin descuidar los bienes terrenos. “Sin descuidar” no significa aquí “buscar frenéticamente”, más apenas no despreciar los bienes y utilizarlos con responsabilidad.
En su obra En la Luz de la Verdad, el Mensaje del Grial, Abdrushin dice lo siguiente en la conferencia “El Movimiento como ley de la Creación”: “Como casos ejemplares, hago mención de esas vidas colmadas de trabajo, en que no existe ninguna exageración innecesaria, donde está ausente el desmesurado afán de amontonar tesoros terrenales o toda otra forma de sobresalir, que nunca deja momento de reposo a quien así se afana. El que se hace esclavo de una pasión similar vive en estado de continua sobreexcitación, por lo que también está en discordancia con la vibración propia de la creación. Las consecuencias serán, pues, las mismas que en el caso de los que vibran demasiado despacio. Por consiguiente, el término medio es, también aquí, el camino más acertado para todo el que quiera comportarse como es debido en la creación y en la Tierra.”
La enseñanza también emerge en el florecimiento de las virtudes legítimas. Lo contrario de la cobardía no es acaso la precipitación inconsecuente, como su extremo absoluto, pero si el coraje consciente. Legítima humildad brilla entre fallas diametralmente opuestas de la presunción y de la sumisión. Serenidad está a media distancia de la tensión y de la apatía.
Busquemos, pues, reconocer correctamente el camino del medio y seguir por él en nuestra pasada por la Tierra, pues él es la llave más simple, más sencilla para que podamos vivir en conformidad con las leyes universales.
“Lo armonioso es lo único justo, y la armonía reside solamente en el término medio.”
(Abdrushin – Mensaje del Grial).
(Conozca la literatura del Grial publicada por la Ordem do Graal na Terra. Ingrese a: http://bit.ly/1u52cG0)