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Una persona puede y debe buscar ligazón con Dios en el local más apropiado para ella, sea junto a la naturaleza o en el interior de una edificación religiosa.
Si los símbolos de su religión la auxilian en esa aproximación, si le proporcionan una mejor concentración e introspección, entonces no necesita ni debe abrir mano de ellos, desde que los considere apenas como símbolos, de modo a no transgredir el primer mandamiento.
Tal persona debe, si, dirigirse a su iglesia, templo o mezquita, si allí su interior puede abrirse más fácilmente para escrutar la Voluntad del Creador y, sobretodo, si ya trae de antemano el anhelo de actuar siempre según esa Voluntad. Pues lo que importa para las leyes de la Creación es la pureza y la autenticidad de la voluntad espiritual de cada uno, y no la creencia profesada.