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La tristeza profunda ocasiona un fuerte daño a la persona que por ella se deja envolver, mucho más grande de lo que se supone. La tristeza muy acentuada atrae sentimientos y pensamientos análogos, en una proporción correspondiente a su intensidad, de modo que ella es continuamente alimentada y robustecida, siempre más y más, tornándose mucho más grande y más poderosa de lo que era en el inicio.
Desencantos y decepciones hacen parte de la vida, y necesitan ser plenamente vivenciados para que de ellos se obtenga enseñanzas y aprendizajes. Por cierto, como en todo. Sin embargo, no debemos permitir que nos envuelvan al punto de extinguir la alegría de vivir y arrastrarnos a un lugar mucho más triste y doloroso del que necesitaríamos conocer.
El Día Sin Mañana