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Así como en la vida material la pereza deja marcas deformes y repugnantes, atestiguando por sí misma el tamaño del descuido de lapersona responsable por eso, del mismo modo la indolencia del espíritudeja marcas repulsivas en el alma humana, como testigos acusadores de laparalización interior.
Y así como las marcas de la negligencia material requieren un esfuerzo adicional para que sean removidas, las señales de la displicencia anímica solo podrán ser extinguidas cuando la criatura humana se dé el trabajo de cumplir la ley de movimiento espiritual (http://bit.ly/29cpN1m).