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El impulso de las ilusiones es sostenido por la nube de fantasía. Nubes, sin embargo, no tienen consistencia ni durabilidad. Por eso, la primera brisa proveniente de la verdad ya bastará para despertar de súbito al soñador y llevarlo directamente para el suelo de la realidad.
Es mucho mejor vivir con los pies firmes en el suelo, sin devaneos fantasiosos o misticismos de cualquier especie (http://bit.ly/1Txnjd1), que caer de la gran altura que la imaginación desenfrenada sea capaz de mantenernos.