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“¿Por qué tú ves la mota en el ojo de tu hermano, pero no ves la viga que está en tu propio ojo? (Mt.7:3)
Esta sentencia de Jesús es resultante de la efectuación de la Ley de Atracción de la Igual Especie (http://on.fb.me/1IMhHLg). Vemos en nuestro prójimo exactamente aquello de que somos portadores, sean cosas buenas o malas.
Si lo que en él vemos, sin embargo, es un defecto especialmente notorio que nos llena de indignación y rebeldía, que nos “saca de lo serio” por así decir, al punto de sentir ímpetu de acusarlo por su falta, entonces eso es una señal infalible de que poseemos aquel mismo defecto en un grado mucho más grande. No percibimos la viga en nuestros ojos, y nos sentimos profundamente irritados con la mota (partícula) depositada en el ojo de nuestro semejante.
Esa actuación de la Ley de Atracción de la Igual Especie se verifica hasta en las expectativas en relación a personas de nuestra convivencia. Por ejemplo: una prevención gratuita sobre posibles demostraciones de envidia, vanidad o prepotencia de alguien, normalmente dicen más sobre el propio precavido de que sobre el individuo que es objeto de atención.
Si de una determinada persona, o grupo de personas, estamos siempre esperando algún comportamiento negativo en relación a algo, entonces tenemos que buscar, contra nuestras certezas más íntimas, indicios de idéntica conducta negativa en nosotros mismos. Tenemos que ser implacables con nosotros, si queremos reconocer la verdad de los hechos.
Ese fenómeno es en verdad un gran auxilio otorgado por el Creador en nuestro camino de desarrollo espiritual. Es como si pasáramos por la vida sosteniendo un espejo direccionado para nosotros mismos, que así nos apunta inmediatamente las fallas que aún tenemos que corregir.
Es una ayuda inestimable para el perfeccionamiento de cada uno, desde que se tenga la necesaria humildad e exención para reconocer que aquella misma falla que nos parece particularmente destacada en nuestro semejante, está profundamente arraigada en nosotros mismos. Y siempre, más siempre, en un grado mucho más grande.
No obstante, si la humildad falta (http://on.fb.me/1GHr8W8), la indignada criatura continuará en el error, sin apercibirse de eso. Es probable hasta que tal error crezca en ella también por la atracción de la especie igual y la haga hundirse espiritualmente cada vez más, con lo que el mal se condensa aún más alrededor de ella. Y con eso ella se hunde más y más, por efecto de la Ley de Gravedad Espiritual, sin darse cuenta de su caída, pues “el que camina en las tinieblas, no sabe para dónde va.” (Jo12.35)
Quien acusa el otro con el dedo en ristre, tendrá un día que responder también inevitablemente por las acusaciones de los otros dedos apuntados para sí mismo.
(Conozca las obras literarias publicadas por la “Ordem do Graal na Terra”. Ingrese a: http://bit.ly/1XjNebF.)