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“Nada es bastante para quien encuentra poco lo que es suficiente.”
Quien dijo esa frase fue el filósofo griego Epicuro, que vivió en los siglos IV y III antes de Cristo.
Ese desahogo de Epicuro muestra que ya en aquella época lejana las personas estaban mucho más interesadas en los aspectos meramente terrenales de sus vidas de que en asuntos de naturaleza espiritual. Indica que sus compatriotas estaban preocupados apenas en acumular bienes de toda especie, y se importando poco con los anhelos de sus almas.
Eso no sorprende quien conoce el largo proceso de preponderancia del raciocinio humano, que solapa la libre intuición espiritual y solo consigue ver valores en cosas materiales, perecibles, siempre buscando más y más de aquello que es efémero (http://on.fb.me/1DyvX3X). Y nunca se satisfaciendo con lo que ya posee.
Ese proceso antinatural de predominio del raciocinio sobre la intuición, de lo material sobre lo espiritual, ya viene de muy lejos. Es contado en centenas de millares de años. Sin embargo, ese desequilibrio se intensificó especialmente en los últimos siete mil años, periodo en que casi toda la humanidad se perdió en las trampas luciferinas (http://on.fb.me/1Iv8pCO).
Ahora, es más de que urgente reconocer ese desequilibrio como gran responsable por habernos desviado del camino correcto. Es más que imprescindible abandonar de vez los caminos anchos y cómodos creados por el intelecto supercultivado, y retomar la subida por la apretada senda de la ascensión espiritual, hace mucho perdida (http://on.fb.me/1tyGR8a).
Esa senda apretada es la única vía capaz de traer satisfacción a los anhelos más elevados del alma, porque únicamente siguiendo por ella es posible intuir la legitima gratitud para con el Creador, que nos concedió el invalorable don de la vida.
(Conozca las obras literarias publicadas por la “Ordem do Graal na Terra”.
Ingrese a: http://bit.ly/1XjNebF.)