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Una perla natural se forma vagarosamente. El proceso tiene inicio cuando una substancia extraña entra en la ostra, lo que es algo bien difícil de acontecer: El molusco procura defenderse del invasor (que tanto puede ser un grano de arena como un minúsculo parasita) cubriéndolo con camadas de madreperla. Y ese trabajo continuo de recubrimiento es que acaba dando origen a una perla, después de un periodo de cerca de tres años.
La ostra consigue, por tanto, anular una situación aflictiva de invasión o de ataque, una defensa bastante eficaz, la cual aún produce, por fin, una bella joya.
Algo semejante puede ocurrir a una persona que busca direccionar su vida en conformidad con las leyes que rigen la Creación, establecidas por el Omnipotente. Vista del alto, esa adecuación voluntaria a las leyes universales equivalen a un verdadero servir del espíritu humano, de la manera más natural (http://on.fb.me/1TebdFY).
Y si alguien llega hasta el punto de transformar todo lo que hace y piensa en un servir abnegado al Creador, a Quien debe la vida, entonces su alma recibirá en contrapartida afluencias continuas de paz, las cuales son capaces de alzarlo y protegerlo contra ataques de envidia, de odio, de celos. Tales auxilios luminosos, a su vez, también contribuyen al mismo tiempo para adornar el propio portador, o sea, el alma humana que se esfuerza hacia el alto.
Así, cuando deje la Tierra, esa alma estará apta a ingresar en los mundos del más allá llena de paz y ricamente adornada, pues consiguió transformar situaciones aflictivas en perlas espirituales de reconocimiento e de aprendizaje. Y también de gratitud.
(Conozca las obras literarias publicadas por la “Ordem do Graal na Terra”.
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