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Son dos extremos. Hay aquellos que viven solamente en el pasado, sumergidos en recuerdos e imágenes en las cuales desempeñaron posiblemente un papel de cierta relevancia, pero que dejan con eso de vivir en el presente (https://bit.ly/3KZTcO5).
Es un gran contingente. En la otra punta el número no es menor.
Son los que viven únicamente en el futuro, depositando en él todos sus anhelos y esperanzas, dejando igualmente de vivenciar el presente, de experimentar la realidad del aquí y ahora.
Naturalmente, podemos hacer planos para el futuro y trabajar para que se realicen, pero sin sumergirse en esperanzas vanas de un dorado porvenir, envueltas en devaneos. Podemos, del mismo modo, extraer enseñanzas y reconocimientos del pasado, sin embargo, sin atarnos a él. La vida sucede únicamente en el presente, solamente en él el espíritu humano vivencia lo que necesita y consigue desarrollarse tal como le está previsto.
Debemos espejarnos principalmente en la infantilidad pura evidenciada por niños buenos (https://bit.ly/36AFwuc), a quien el Maestro tomó como ejemplo y nos exhortó a que seamos como ellos (https://bit.ly/3rCSjmU). Niños buenos viven naturalmente en el presente, vivenciando y aspirando en plenitud cada momento de sus intensas vidas. Naturalmente, eso no significa que, en la fase adulta, vamos a descuidar el futuro y despreciar el pasado, pero sí que debemos asimilar integralmente en la intuición las vivencias que experimentamos en el tiempo presente.
Sigue un trecho de la conferencia “Vivid el Presente”, del Mensaje del Grial de Abdruschin (https://mensaje-del-grial.org/).
“Si se observa a los hombres, se descubrirán en ellos diferentes categorías. Unos viven exclusivamente en el pasado, es decir, empiezan a comprender una cosa después que ya ha pasado. Así es que nunca pueden gozar plenamente de lo sucedido, ni sentir toda la gravedad de la situación. Después de consumado un hecho, es cuando empiezan a interesarse por él, a entusiasmarse o a lamentarse. Y en ese continuo hablar sólo del pasado, en ese lamentarse o sentirse a gusto en él, pasan por alto cada uno de los sucesos presentes. Únicamente cuando esos sucesos son viejos, es decir, cuando dejan de ser actuales, empiezan a apreciarlos.
Otros, a su vez, viven en el futuro. Desean y esperan siempre cosas futuras, y olvidan así que el presente puede ofrecerles todo eso, olvidan también obrar de tal forma que puedan hacerse realidad muchos de sus sueños futuristas.
Puede decirse que ambos grupos, a los cuales pertenece el mayor número de los hombres, nunca han vivido realmente sobre la Tierra. Pierden su tiempo terrenal en cosas baladíes.
(…)
Cierto que también se debe pensar en el pasado para sacar enseñanzas de él, y en el futuro para obtener estímulo, pero sólo el presente ha de ser vivido con plena consciencia.”
Roberto C. P. Júnior
(instagram.com/robpucci/)
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