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No son pocos los que ya pasaron, o están pasando, por una situación de gran aflicción, de desespero máximo. No son pocos también los que aún irán a pasar por algo semejante.
Quien se encuentra dentro de una condición así, tan aflictiva, experimenta una gran angustia, no solo por el sufrimiento intenso- cualquier que sea su causa- más también por no vislumbrar una salida inmediata.
En el auge de la desesperanza muchos se acuerdan, por fin, de que existe Uno que puede ayudarlos. Y entonces oran a Dios para que retire el sufrimiento, o que, por lo menos, alivie el dolor extremo que están experimentando. El efecto de ese ruego es variado. Algunos, de hecho, experimentan acentuado alivio o total extinción del dolor de alguna manera, mientras que otros permanecen en la misma situación, sin una mejoría visible.
Como las leyes de la Creación son absolutamente incorruptibles, es imposible existir aquí alguna arbitrariedad, pues ellas fueron instituidas por el propio Creador, son oriundas de su Voluntad perfecta. Y en esa voluntad están anclados también todos los auxilios para los seres humanos, en cualquier situación.
Quien se sintoniza de manera correcta con esa Voluntad perfecta, que abarca todo y todo sustenta, recibe el auxilio de que necesita en la forma adecuada, lo que no necesariamente corresponde a aquello que el sufridor imagina o espera. Esa sintonía correcta está calcada en algunos aspectos básicos que fueron seguidos por los agraciados, aunque inconscientemente:
No suponer, ni por un instante, que el sufrimiento sea injusto, pues ningún infortunio puede atingir quien no dio motivo para eso;
- Hacer lo que esté a su alcance para mejorar la situación dentro y fuera de sí mismo, con incansable ahínco, munido siempre de buena voluntad y humildad;
- Rogar con el corazón abierto, y no apenas repetir mecánicamente fórmulas de oraciones desprovistas de cualquier sentimiento intuitivo (http://on.fb.me/1Vp3WqC);
- Llenarse de la más profunda, de la más incondicional y absoluta confianza en el Todo Poderoso, pues tal confianza forma el camino por el cual una ayuda verdadera puede alcanzar el alma, modela el camino a través del cual un lenitivo real puede adentrarse en ella, mediante su humildad despertada nuevamente.
En el dolor profundamente intuido, la persona se encuentra generalmente inmersa en plena y legitima humildad. Esa disposición humilde de un alma envuelta en aflicción, por su vez, constituye el suelo preparado para el recibimiento del necesario auxilio.
De esa confianza irrestricta y de ese suelo preparado nos adviene entonces la seguridad de que justamente cuando la aflicción se encuentre en el auge, el auxilio del Señor estará más cerca de nosotros, conforme ya atestara el salmista: “ El Señor está cerca de todos los que le invocan, de todos los que le invocan en verdad. Dios es nuestro amparo y fortaleza, pronto auxilio en las aflicciones” (Sl 145:18; 46:1).
Las leyes de la Creación no miran para creencias o religiones, más únicamente para la pureza del alma y para el real querer del espíritu humano. Y este siempre cosecha lo que siembra, incluso en las posibilidades de recibimiento de un auxilio genuino.
(Conozca la literatura del Grial publicada por la Ordem do Graal na Terra.
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