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El ser humano es un ente espiritual, dotado de un envoltorio material. El cuerpo físico permite al espíritu aprender aquí en este planeta, a desarrollarse por medio de vivencias. Por eso, también hace parte del desarrollo espiritual mantener irrestricta vigilancia en todas las situaciones de la vida.
La falta de vigilancia terrena puede ser fatal para la buena voluntad espiritual. ¡Una actuación desatenta, una palabra mal colocada… y ya está! Las pretendidas buenas acciones pueden ser destruidas de repente, porque en los días actuales el mal aún predomina en la Tierra.