Reading time: 1 minute
No sabemos el día exacto en que Jesús nació, pero podemos afirmar, sin miedo de errar, que el vino al mundo en esta época del año. Como él fue el Amor de Dios encarnado, solo podría haber bajado a la Tierra en el periodo en que las irradiaciones del Amor envuelven fuertemente nuestro planeta, lo que ocurre más o menos en este periodo del año, en diciembre.
Muchas personas sienten algo diferente en esta época, algo no muy claro, y denominan ese sentimiento medio difuso de “Espíritu Navideño”. Entretanto, los efectos del Amor irradiado hacia abajo son mucho más amplios de que esa sensación perceptible.
Las irradiaciones del Amor conceden fuerza renovada a quien se abre para ellas, independientemente de la creencia profesada. Y la llave apta a abrir el portal de las almas, para permitir la entrada de esas irradiaciones, es la Pureza. Y Pureza, cada cual puede obtener para sí y por sí, bastando que quiera.
Las irradiaciones del Amor conducen todo para mejor. Ellas fortalecen con gran ímpetu lo que se mueve correctamente según las leyes de la Creación, pero también queman sin excitar lo que se mueve erradamente, sea lo que sea, esté donde esté.
Así como las espinas de la Rosa machucan a la mano incauta, las irradiaciones del Amor hieren lo que se muestra falso. Sin embargo, eso también es un efecto del más puro Amor, al educar con severidad para el rumbo correcto.
Y tal como la Rosa adorna y perfuma el ambiente, las irradiaciones del Amor igualmente embellecen las almas de voluntad pura, tornándolas capaces de reemitir esas irradiaciones transformadas, para bendición del ambiente y de todas las criaturas.
(Conozca la literatura del Grial publicada por la Ordem do Graal na Terra.
Ingrese a: http://bit.ly/1u52cG0.)