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Para que la renovación pueda acontecer, todo lo viejo tiene que desprenderse y quedarse para atrás. Solo podrá nacer de nuevo (Juan 3:3) aquella criatura que abandone todo el antiguo y falso querer, sin pretender llevar nada de él para la nueva vida, cuidando también de hacer renacer dentro de sí el anhelo ardiente en vivir en conformidad con la Voluntad de su Creador…