Reading time: 6 minutes
Este es un asunto difícil. Sin duda unos de los más incomprensibles e incomprendidos temas que reclaman una explicación coherente. ¿Qué es lo que lleva a una persona a sentir atracción por otra del mismo sexo?
Para que desvendemos las verdaderas causas es necesario saber, antes de nada, que esta no es la primera vez que pisamos en la Tierra. Cada uno de nosotros ya estuvo varias veces aquí, vivenciando alegrías y tristezas, victorias y derrotas, aprendiendo con ambas, con miras a un continuo perfeccionamiento espiritual.
Quien no puede aceptar la verdad cristalina de la reencarnación, este ya aleja de antemano cualquier posibilidad de un reconocimiento de la verdad. Para este, el homosexualismo continuará siendo un enigma indescifrable, así como todas las aparentes injusticias terrenas.
El ser humano es un ente espiritual, que se encarna varias veces en la Tierra con miras a su indispensable evolución. Durante ese proceso de encarnaciones sucesivas él es genéricamente llamado de alma. El alma también puede ser vista, más apropiadamente, como un cuerpo más etéreo del espíritu, un envoltorio especial de que él se sirve en el así llamado “más allá”. El alma que se reencarna es, por tanto, siempre la misma; lo que cambia en las múltiples vidas terrenas es solo su manto más externo, la “ropa” que ella viste en cada encarnación, la cual denominamos cuerpo físico.
Como el alma es siempre la misma, ella lleva para cada encarnación las marcas de las vivencias anteriores, las cuales se harán sentir nítidamente en la actual vida terrena a partir de una determinada época. Esa época ocurre en los años de la adolescencia, cuando el cuerpo físico se encuentra completamente formado. En esa fase, todo lo que propende en aquella alma o diciéndolo de otra manera: ‘todo lo que está pendiendo en ella’, decurrente de vivencias obtenidas en otras vidas terrenas, todo eso se manifestará abiertamente de alguna forma con toda la intensidad, quiera que se trate de características buenas o malas.
Supongamos que, en una vida terrena anterior, una mujer haya comenzado a desarrollar una predilección cualquiera por asuntos y actividades más densas, más positivas, propias del mundo masculino. Si esa predilección se intensificó demasiado, entonces acabó transformándose en una “propensión”, es decir, en una característica que efectivamente pasó a propender en aquella alma, la cual quedó, de esa manera, indeleblemente marcada por esa inclinación.
El alma femenina así fuertemente marcada por una voluntad espiritual desviada hacia el mundo masculino, podríamos también decir “torcida” por esa voluntad, encarnará futuramente en un cuerpo ajustado a esas nuevas particularidades masculinas obtenidas. De esa forma, en la próxima vida terrena, esa alma originalmente femenina se encarnará, debido a su voluntaria decisión, en un cuerpo masculino.
El ser humano espiritual, el “yo” propiamente de aquella personalidad, continúa siendo femenino, pero en esa vida actual terrena ella se ve encerrada dentro de un cuerpo físico masculino, ya que espiritualmente continúa siendo una mujer.
Muchas veces esa situación acaba siendo remediada involuntariamente, porque la mujer espiritual encarnada en un cuerpo masculino frecuentemente se siente atraída por otra alma en la misma situación de ella, pero en sentido opuesto, o sea, por un espíritu masculino que, por las mismas razones, se encuentra actualmente encarnado en un cuerpo femenino. Con eso, lo espiritual y lo material aparentemente se concilian, porque ambas almas que buscan unirse padecen del mismo tipo de propensión.
No es difícil percibir que esa situación no puede ser una fuente de armonía ni de alegría. Pero también no es algo así tan grave que no pueda ser remediado, desde que la respectiva persona encare esa vida actual como una importante etapa de aprendizaje, y no como su existencia integral como espíritu humano que, como ya dicho, abarca varias vidas, tanto en el más acá como en el más allá. Ella puede perfectamente vencer su condición y evitar la repetición de esa situación en el futuro.
Se trata de una etapa que tiene mucho a enseñarle, una etapa sin dudas difícil, sufrida, pues prácticamente las únicas cosas con que se encuentra son incomprensión, desprecio y burlas. La actual vida terrena es, así, una etapa muy dura, pero también es una escuela insustituible, que le enseña a encarar de frente su condición anímica y vencerla. Presupuesto, evidentemente, que no alimente la rebeldía dentro de sí, pues de esa manera solo conseguirá enredarse aún más.
El individuo portador de un alma torcida debe compenetrarse de que, si vive en un cuerpo no ajustado a su esencia más profunda, entonces eso se debe, exclusivamente, a su propio querer. Consciente de eso, debe siempre mantener una serena discreción, evitando principalmente establecer ligazones con otras personas que podrían fortalecer aún más su condición. Si actúa siempre con moderación, sin entregarse a actitudes extremas, entonces terminará por deshacerse de esa propensión adherida a su alma. Calmamente vencerá su torsión anímica y nunca más se verá otra vez en la situación de vivir en un cuerpo humano femenino como para uno masculino. Esas personas no deben sentirse oprimidas con el reconocimiento de su condición, pero si actuar de modo consciente de ahí en adelante.
Lo que aquí fue expuesto dice respecto a la homosexualidad intrínseca, que se manifiesta espontáneamente en una determinada época de la vida. Son aquellos casos en que, al llegar en la fase de la adolescencia, la respectiva persona se siente incomprensiblemente atraída por el mismo sexo.
Es diferente de aquellas personas que aún no son almas torcidas, pero que en esta vida comienzan a manifestar alguna predilección por actividades y asuntos relacionados con el sexo opuesto. En este caso, la acción correcta es muy evidente. No permitir que esa predilección continúe y se transforme en propensión, evitando, de esa manera, que avance ese proceso de torsión anímica. Actuando de esa forma, esas primeras inclinaciones, inicialmente siempre débiles, no serán más nutridas y acabarán por secar y desprenderse del alma, extinguiéndose por sí mismas. Se puede imaginar bien cuanto sufrimiento futuro tal persona evitará con esa actitud firme, tanto para sí como para su ambiente.
(Conozca las obras literarias publicadas por la Ordem do Graal na Terra. Ingrese a: bit.ly/libros-OGT).