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Tiempo de parar, para dar una pausa. Tiempo de reflexionar para reflexionar. Si no conseguimos escapar por algún tiempo de la correría del día a día, la vida nos impone a veces una parada obligatoria. Solo así es posible hacer un balance de alma completo, solo así podemos hacer un levantamiento exento de lo que vivenciamos hasta aquí, reconociendo lo que está errado para estancarlo, alegrándonos con lo que está correcto para robustecerlo.
El Día Sin Mañana