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Hoy en día las personas piensan todo el tiempo, sin parar. Simplemente nadie más consigue estar sin formar pensamientos volátiles, sin fuerza ni substancia, que envuelven al autor como nubes opresoras. Y eso ya viene desde milenios. Este exceso de pensamientos generados consume no pocas cantidades de energía. Por eso, estamos casi siempre cansados y agotados. Es un cansancio que no puede ser eliminado con vitaminas, terapias y entretenimientos de cualquier tipo, porque se trata de la consecuencia de un modo errado de vivir, contrario a lo originalmente previsto para el desarrollo humano en la Tierra.
Traemos hace tiempo una máquina de pensar completamente desregulada, desajustada, trabajando por cuenta propia a todo vapor, con máxima intensidad, generando permanentemente formas y más formas de pensamientos nebulosos, influenciando negativamente el ambiente y, retroactivamente, también a nosotros.
En su obra En la Luz de la Verdad, el Mensaje del Grial (https://mensaje-del-grial.org/), Abdruschin insiste sobre la necesidad de conservarse pura la voluntad interior, o voluntad intuitiva, que es el hogar generador de pensamientos. En varias ocasiones, él exhorta: “¡Conservad puro el hogar de vuestros pensamientos, así sembraréis paz y seréis felices!”
Dos consideraciones sobre esta frase de vital importancia para la época actual. Primero, que de nada sirve “hacer fuerza” para producir pensamientos positivos. Eso sería solo una iniciativa cerebrina, sin ninguna participación de la voluntad espiritual. El mecanismo necesita ser otro. Debemos convertirnos en personas de tal modo buenas, que ni nos sea posible generar algún pensamiento malo. Ese es el camino correcto, de hecho, el único.
En segundo lugar, la necesaria pureza del hogar generador de pensamientos no se refiere solamente a no generar pensamientos malos, pero también a no pensar demasiado, a no producir continuamente pensamientos desnecesarios.
En El Libro del Juicio Final (https://bit.ly/Juicio-OGT), Roselis von Sass advierte:
“El raciocinio, que ya desde mucho es influenciado por los reinos de las tinieblas, se desarrolló como un tirano. Se volvió una máquina de pensamientos que trabaja y da forma ininterrumpidamente. De buen grado los seres humanos se liberarían de las numerosas configuraciones de pensamientos que ellos mismos crearon y que ahora sobrecargan su cerebro”.
Si no conseguimos controlar nuestra desvariada máquina de pensar, entonces, en verdad, no podemos pensar nada realmente, nada con substancia, nada que, de hecho, sea útil. Sobre eso, dice nuevamente Abdruschin en el Mensaje del Grial: “Pensáis demasiado, y, por esa razón, no podéis pensar absolutamente nada real, nada que os sea beneficioso”.
Y, una vez más, ¡de nada sirve “hacer fuerza” para pensar poco, pues así estaríamos nuevamente pensando todo el tiempo en no pensar!
Dejemos la legitima gratitud llenar nuestra alma, gratitud por la inimaginable gracia de la vida, que trae consigo siempre la más pura alegría. Y, entonces, los pocos pensamientos resultantes de ahí serán naturalmente puros, impregnados de fuerza anímica y, con eso, habilitados a diseminar bendiciones donde encuentren un suelo adecuado, o sea, almas de la misma especie.