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En las horas en que necesitamos de un apoyo real, porque parece que el suelo desapareció debajo de nuestros pies, debemos buscarlo allá donde él puede ser de hecho, concedido, o sea, junto a un amigo que tenga similitud con nuestros conceptos de vida, pues solamente él estará apto a comprender nuestro desamparo y conceder un soporte eficaz.
Al otro lado de la historia, la percepción es la misma. Solo podremos conceder un auxilio genuino a aquel amigo que tenga alguna similitud con nuestras concepciones y convicciones más profundas, que esté siempre esforzándose en dirección al alto, rumbo al perfeccionamiento. Solamente una tal afinidad da la “aleación” necesaria para la concesión de un sustentáculo efectivo y duradero. Una amistad así jamás será abalada por nada en la vida.
El Día Sin Mañana