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Una enseñanza budista bastante conocida es la del “camino del medio”. Básicamente, ella estipula que el mejor camino, la mejor decisión suele estar lejos de los extremos. El medio término normalmente es la mejor opción en la mayoría de las situaciones de la vida, porque está más afinada con la armonía.
Con el aprendizaje espiritual no es diferente. Si por un lado, el descaso en relación a eso es señal de apatía y pereza espiritual, por tanto un indicativo de que el respectivo espíritu humano está durmiendo en su pasada por la Tierra, por otro lado, querer saber más de lo que le es posible es una señal de presunción y prepotencia.
De nada vale al ser humano querer asimilar cosas que se desarrollan más arriba de su plano de origen. La tentativa de profundizar en eso no apenas no le trae ningún beneficio, como puede hasta impedir su desarrollo natural. Tal individuo desperdicia su tiempo de la misma manera como aquel que no se importa con la vida espiritual.
El ser humano no trae nada de divino dentro de sí. Es y permanece apenas un fruto de la Creación, una simple criatura, que si llega a alcanzar el desarrollo máximo para ella previsto, podrá ingresar en la Patria espiritual, pero nunca más arriba que esta.
Vamos, entonces, buscar desarrollar las capacitaciones espirituales que traemos, los “talentos” de la parábola de Jesús, que deben, si, dar “intereses sobre intereses”, o sea, traer múltiples bendiciones para el ambiente cuando bien aplicados (http://on.fb.me/1b1XenR).
Y dejemos de una vez por todas querer saber cosas que se sitúan más arriba de nuestro punto de origen, visto que estas también siempre estarán más allá de nuestra capacidad de comprensión, no pudiendo traernos ningún provecho, solo sirviendo para ofuscar la visión del camino del medio, indicativo de la verdadera evolución espiritual.
(Conozca las obras literarias publicadas por la “Ordem do Graal na Terra”.
Ingrese a: http://bit.ly/1XjNebF.)