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Las palabras detienen un inmenso poder, y también la capacidad de un alcance amplio. Pueden contribuir para la edificación de la paz y de la armonía en un gran círculo, o en el causar devastaciones de tal orden que nunca más podrán ser reparadas.
Son pocos, bien pocos los que conocen a fondo los efectos de la palabra humana y buscan realmente vigilarse con relación a ella, infelizmente (http://on.fb.me/1BlaGPw). Y aún estos, frecuentemente, no dan el debido aprecio a una promesa hecha, a una palabra empeñada.
En asuntos importantes, si, cumplen lo que prometen, pero en los dichos “asuntos habituales”, por lo general, no. De ese modo, es entonces en los asuntos más triviales, precisamente que ellos pecan de manera más negligente y despreocupada contra la Verdad, pues una promesa no efectuada equivale a una mentira aplicada.
Las leyes de la Creación, sin embargo, no hacen ninguna distinción entre asuntos relevantes y comunes, cuando se trata de la palabra empeñada. “Promesa es deuda”, dice bien la voz del pueblo, si prometemos algo tenemos que cumplir. O entonces, justificarnos a tiempo, de modo a que no causemos daño a quien la promesa fue dirigida. Daños no necesariamente visibles y palpables, que pueden ser, por ejemplo, la tristeza y la decepción de quien aguardaba por algo que no podrá más realizarse. La Reciprocidad no dejará de actuar aquí también, por más simple y trivial que sea la situación en que la palabra comprometida no se realizó. Por eso si no tenemos la más plena seguridad de que podemos cumplir con algo, es mil veces mejor no prometer nada.
Una antigua sabiduría indígena afirma que cuando no cumplimos lo que prometemos, el hilo de nuestra acción queda suelto a nuestro lado y termina enrollando nuestros pies impidiéndonos de caminar libremente (http://on.fb.me/1N9rX2l). La idea principal transmitida de esa bella imagen es la de que nadie queda libre de los hilos de la reciprocidad cuando deja de observar una promesa cualquier, sea en un asunto serio o no.
Además es justamente en los asuntos tomados como banales que el individuo muestra quien realmente es, pues en las cosas mínimas se revelan las máximas. Es allá que él descortina, para quien quiera ver, la magnitud de su carácter, o su falta.
Cada promesa no cumplida es una mentira que resultará en el respectivo karma negativo según la gravedad de la falta, la cual atingirá el autor más temprano o más tarde, cuando de la efectuación de la infalible Ley de la Reciprocidad (http://on.fb.me/1fojJ8D).
(Conozca la literatura del Grial publicada por la Ordem do Graal na Terra.
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