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Estamos dentro de un proceso de depuración universal, cuyo inicio remonta hace ya varias décadas. En el tiempo presente, vivimos su última fase. El nombre de ese proceso de alcance global (muy conocido, por cierto, en la tradición occidental) es “Juicio Final”.
No es posible escapar del Juicio, ni siquiera si tuviésemos “alas de aurora”. Lo que es posible a las personas buenas – y también deseado por la Luz –, es que despierten espiritualmente ahora, para que reconozcan finalmente sus fallas y se esfuercen en vivir en conformidad con la Voluntad del Omnipotente, que se evidencia en la actuación de inflexibles leyes cósmicas.
Así como una persona de sueño pesado necesita de un despertador con un sonido bastante alto, o que toque seguidas veces sin parar, para finalmente conseguir despertar, la humanidad como un todo necesita estar sometida ahora a despertadores cada vez más poderosos y numerosos, para que pueda despertar espiritualmente aún a tiempo. Por lo menos una parte, pues la mayoría permanecerá durmiendo, infelizmente. Eso es necesario, pues la criatura humana se alejó del modo correcto de vida ya hace muchos milenios. Ella duerme espiritualmente hace mucho, mucho tiempo, en un sueño de plomo que tiene que terminar.
Esos despertadores actúan en el individuo tanto interna como externamente. Es en el interior de cada uno que el Juicio se procesa de la manera más intensa. No hay una única persona que pueda decir hoy, con toda honestidad, no estar sintiendo algo diferente dentro de sí, sea una inquietud indefinida, angustia, ansiedad sin causa, miedo… Son los despertadores internos tocando insistentemente en el alma de cada uno.
Externamente, hay un incremento de catástrofes y tragedias casi inmensurables, casi innumerables. Un crecimiento continuo, tanto en cantidad como en intensidad, año a año, mes a mes, semana a semana. Son los despertadores externos actuando en toda la Tierra. El actual evento del Coronavirus, y el decurrente descalabro económico que se avecina, son apenas una exacerbación de los efectos del Juicio, un aumento del volumen de sonido de los despertadores externos.
Todos esos acontecimientos, por más terribles que parezcan a primera vista, están fundamentados en el Amor, en el Amor divino que actúa incansablemente para que los espíritus humanos puedan despertar y subsistir en el Juicio, al mismo tiempo en que barren para siempre todas las tinieblas producidas por esa misma humanidad. No es el mundo, por tanto, que va a acabar con la conclusión del Juicio, y si el mal en el mundo.
Es hora de despertar, entonces, ¡Despertemos!
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