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Tenemos la prerrogativa de formar nuestro destino mediante lo que emitimos en el mundo, sea en forma de palabras, pensamientos o intuiciones.
Por eso, si él no nos parece muy bonito en el presente, si es poco agradable, podemos y debemos por manos a la obra para que más adelante, luego allí en el futuro, él se torne más bello y apacible. Depende solo de nosotros, de nuestra voluntad de trabajar y del material que lanzamos mano en esa actividad.