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Quien desea escapar de la descolorida opresión de la depresión debe, antes de nada, buscar pensar menos en sí mismo, en sus dolores y pensar más en su prójimo. Buscar, con sinceridad de corazón, embellecer de alguna manera la vida de sus semejantes. Dejar de conjugar tanto en el pronombre “yo” e interesarse mucho más por el “vosotros”. Solamente así la Ley de la Reciprocidad podrá actuar eficazmente en su beneficio.