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less than 1 minute No es necesario abandonar el niño interior para tornarse un adulto. Al contrario. La edad madura puede y debe traer consigo aún lo “infantil”, que nada tiene que ver con pueril. El adulto que no oprime lo infantil dentro de sí, conserva con más facilidad la pureza de los pensamientos y vive con más firmeza en el presente, tal como hacen naturalmente los niños. No fue por acaso que el gran Maestro exhortó: “¡Haceos como los niños!” El Día Sin Mañana