Reading time: 3 minutes
La imagen de ese árbol maravilloso evoca la descripción del “árbol de la vida” hecha por un antiguo sabio de Caldea, de nombre Aphek.
El árbol de la vida es de “vital” importancia para la criatura humana, a pesar de la humanidad nada saber de su forma y localización. Los pueblos antiguos tenían conocimiento exacto de él; sabían que no se trataba de ningún concepto básico abstracto y sí de un árbol real, aunque no localizado en la materia visible.
Ese árbol de la vida, además, también aparece en la Biblia y, curiosamente, apenas en el primero y en el último libro: Génesis y Apocalipsis (cf.Gn2:9; 3:22,24) e (Ap2:7,22:2, 14,19).
El hecho de aparecer justamente en el inicio y en el final de la Biblia debería señalizar a los investigadores el grado de relevancia de ese árbol extraordinario, tema difundido también en muchas mitologías antiguas.
Sigue la descripción del sabio caldeo Aphek, transcrito por Roselis von Sass en el libro “La Gran Pirámide Rebela Su Secreto” (http://bit.ly/1kUmRFw):
“Al ver los atentos rostros de sus oyentes, resolvió hablarles de la misma manera que les hablaba a sus alumnos en las aldeas, pues los que estaban en frente suyo también eran alumnos.
— Debo hablarles ahora de un árbol del cual no sólo nosotros, sino también otros pueblos tienen conocimiento. Es el árbol del Universo que produce los dorados frutos de la vida.
En el reino de los grandes dschedjines — ustedes saben que ese reino se encuentra abajo de los campos de paz — crece ese extraordinario árbol. Su tronco está constituido por varios troncos gigantes, y su ramaje cubriría nuestro pequeño planeta Tierra, de tan grande que es. Es un árbol aislado, al medio de una planicie de musgo verde brillante, algo velludo. El follaje también es verde, de un verde indescriptiblemente hermoso y brillante. El colosal tronco, que ni siquiera cien personas podrían abrazar, es rojo, y rojas son también sus maravillosas flores. Los dorados frutos maduran en el interior de las grandes flores rojas. Los colores de ese árbol están en harmonía. Su irradiación se asemeja a transparentes velos de neblina de oro.
El misterio de ese árbol único, sin embargo, se encuentra en las raíces. Esas raíces, cuyas extremidades penetran en todo nuestro sistema planetario, son transparentes como vidrio y poseen una doble función. Están al mismo tiempo dando y recibiendo.
Ese árbol también es denominado, muchas veces, “árbol de la vida”, dado que la fuerza del amor de los más altos y más fuertes dschedjines, que crearon y continúan creando nuestros mundos, emana a través de los innumerables y misteriosos ca- nales de raíces.
Esa fuerza une a los seres humanos terrenales con la pulsación de la naturaleza, proporcionándoles calor y ardor. Ella constituye un estímulo para todos los que se esfuerzan hacia un futuro ele- vado en el reino de los espíritus.
Aphek hizo una pausa. Sus oyentes, como hipnotizados, habían asimilado y comprendido cada una de sus palabras. Todos ellos, incluso Siptha, admiraban su voz sonora y la facilidad con que encontraba las palabras que le permitían expresar claramente su saber.”
Sigue abajo, la continuación de la descripción de Aphek sobre el árbol de la vida, ahora en nuestro tiempo, que corresponde al término del periodo concedido para el desarrollo humano:
“Nuestros videntes también vieron el árbol de la vida, cuando los elevados guías espirituales les mostraron las imágenes finales del destino humano y el sarcófago vacío. Ese maravilloso y único árbol estaba reseco, excepto una pequeña parte. Sus frutos y flores estaban esparcidos por el suelo, marchitos. El árbol reseco es el testimonio de que, en la época del Juicio, la mayor parte de los seres humanos estará separada de las irradiaciones divinas del amor y de los dschedjines.”
(Conozca las obras literarias publicadas por la “Ordem do Graal na Terra”. Ingrese a: http://bit.ly/1XjNebF.)