Reading time: 4 minutes
Jesús realizó muchos actos milagrosos mientras ministraba sus enseñanzas. Eso tenía un propósito bien delineado, como todo lo demás que el hacía. Sus milagros eran fenómenos que escapaban a la comprensión de las personas, lo que naturalmente suscitaba un interés inmediato por parte de ellas. Al buscar saber más sobre esos acontecimientos ellas entonces terminaban encontrando Jesús, o sea, encontraban la Palabra, el único camino abierto para la salvación.
Los milagros que Jesús practicaba son considerados aún hoy como acontecimientos realizados fuera de las leyes de la naturaleza, buscándose ver en eso justamente la prueba del poder divino del Hijo de Dios. No obstante, Jesús jamás haría cualquier cosa que no estuviera incondicionalmente sometida a las leyes naturales. Ni le sería posible una tal arbitrariedad, visto que esas leyes traen en si la perfección de la Voluntad de su Padre, no admitiendo el mínimo desvío en su cumplimiento (http://on.fb.me/1MkBS4L).
Los milagros de Jesús no constituían ninguna excepción en la actuación de las leyes de la naturaleza. Ni podría ser diferente. Si fuera posible la mínima excepción en la efectuación de las leyes de la Creación, entonces ellas no podrían ser consideradas perfectas, y por consiguiente el propio Creador también no lo sería, lo que es un absurdo.
Jesús actuaba mediante fuerza divina, lo que le permitía acelerar los efectos terrenalmente visibles de las leyes universales. Él podía, pues acelerar la actuación de las leyes de la Creación, emanadas de la Voluntad de su Padre. Cuando, por ejemplo, tocó la mano de un leproso, este “ ‘inmediatamente’ quedó limpio de su lepra” (Mt8:3). Lo mismo ocurrió en la cura de la mujer curvada: “Él puso las manos sobre ella, que ‘inmediatamente’ se enderezó y comenzó a alabar a Dios” (Lc 13:13). También cuando ordenó a un paralitico que se levantara, este “ ‘en el mismo instante’, tomando el lecho, se retiró de la vista de todos” (Mc 2;12). Del mismo modo, al tocar los ojos de los dos ciegos que imploraban compasión, ellos “ ‘inmediatamente’ recuperaron la vista” (Mt 20;34), y cuando determinó que el siervo paralizado del centurión fuera curado, “ ‘en aquella misma hora’ el criado quedó curado” (Mt 8;13). Marcos también cuenta que en la cura de un sordo mudo “ ‘inmediatamente’ se le abrieron los oídos y la lengua se desprendió y hablaba correctamente” (Mc 7:35).
La fuerza divina de Jesús era capaz de curar con rapidez: ciegos, leprosos y paralíticos, porque forzaba el movimiento de los órganos y miembros inactivados por la enfermedad. Pero Jesús nunca hizo, por ejemplo, una persona sin ojos ver o una persona sin piernas andar, porque tales cosas son imposibles según las leyes naturales. Los miembros u órganos defectuosos tenían que estar ahí para que Jesús pudiera curarlos, lo que acontecía con extrema rapidez. En el milagro de cura del sordomudo, relatado por el evangelista Marcos, los oídos y la lengua (órganos ya existentes en el enfermo), fueron rápidamente curados por la intervención de Jesús.
La resurrección de Lázaro (cf. Jo 11:1-44) y del hijo de la viuda de la ciudad de Nain (cf. Lc7.11-15) también no fueron, conforme se imagina, fenómenos ocurridos fuera de esas leyes de la Creación. Jesús pudo traer esas almas de vuelta a los respectivos cuerpos porque aún estaban conectados a estos por un hilo o cordón, conforme acontece durante algún tiempo con todos los desenlaces terrenos. El las llamó durante ese periodo de conexión, por tanto “antes que se rompiera el cordón de plata” (Ecl12:6). Después que ocurre rompimiento de ese cordón no es más posible un resucitar.
Durante el periodo de conexión de ese cordón, que varía de persona para persona, el alma permanece conectada al cuerpo terreno después de la muerte. Después que esa conexión se rompe es imposible, por tanto, un retorno a la vida terrena en aquel mismo cuerpo. En los dos casos esa conexión aún subsistía, y Jesús, haciendo uso de la fuerza divina que estaba en él, llamó de vuelta aquellas almas para sus cuerpos terrenos.
[Extraído de “Visión Restaurada de las escrituras” (Libro solamente en lengua portuguesa) – Capítulo Aspectos Desconocidos de la Doctrina de Cristo, Tópico “Milagros Posibles e Imposibles”.]
(Conozca las obras literarias publicadas por la “Ordem do Graal na Terra”. Ingrese a: http://bit.ly/1XjNebF.)