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Independientemente de las causas, las olas de la reciprocidad siempre encierran en sí el más puro Amor. Traen bendiciones si el que les dio origen estaba de acuerdo con las leyes de la Creación, o justo castigo en caso contrario.
El resultado final, sin embargo, será siempre el mismo si la criatura humana aprovecha lo que la alcanza en la efectuación de la ley del retorno: perfeccionamiento espiritual y profunda gratitud al omnipotente Creador.