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Indignación no es lo mismo que revuelta. Son cosas diferentes.
Es comprensible que un sentimiento de indignación aparezca cuando deparamos con alguna injusticia flagrante.
Gandhi y Lutero, por ejemplo, fueron líderes indignados, y estaban tomados de indignación cuando reaccionaron a las injusticias de sus tiempos. Pero Gandhi nunca quiso que la lucha por la liberación de su pueblo se diera con violencia, destrucción y muerte. Ni de su pueblo, ni de cualquier otro.
Lutero, por su vez, jamás podría imaginar que las 95 tesis que había fijado en la puerta de la Iglesia de Wittenberg, en 1517, servirían de pretexto para que, años después, ríos de sangre demarcaran la frontera entre católicos y protestantes.
Esos líderes indignados querían justicia y dignidad, no revueltas y revoluciones, no odio y actos furiosos. Esas cosas fueron generadas y fomentadas por sus seguidores y admiradores, basados en interpretaciones propias, con los resultados que conocemos. No es necesario absolutamente que la indignación se transmute en revuelta, mucho menos en violencia y lucha armada.
La persona indignada lucha para solucionar los problemas que ve a su alrededor con el corazón lleno de nobles sentimientos, mientras que la revoltosa abre su interior a corrientes de odio que toman cuenta de todo su ser.
El indignado mira en primer lugar exactamente para sí mismo, buscando ver también si el no estaría contribuyendo de algún modo para las situaciones que reconoce como erróneas; ya el revoltoso solo ve la culpa de todos los males exclusivamente en los otros. La indignación sirve de impulso para una mejoría colectiva, al paso que la revuelta trae sólo aún más destrucción y desolación.
Podemos, sí, indignarnos con lo que reconocemos de malo en este mundo, pero conscientes de que todo lo que afecta a una persona, un pueblo o la humanidad entera, es consecuencia de una siembra previa. Podemos, sin duda, buscar soluciones para los necesarios cambios, sin embargo, sin olvidar de modificar antes lo que aún existe de malo en nosotros mismos, conservando siempre puras nuestras intuiciones y pensamientos (http://on.fb.me/1MWr0HB).
No debemos nunca consentir que, en nuestro interior, la indignación baje hasta el umbral de la revuelta. No podemos permitir jamás que las corrientes luminosas que nutren y embellecen el alma (http://on.fb.me/1e9K74T), sean sustituidas por influjos tenebrosos que sólo hacen oscurecerla y tirarla hacia abajo.
(Conozca las obras literarias publicadas por la “Ordem do Graal na Terra”.
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