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No existe perfección en la Tierra. Incluso personas buenas, que se esfuerzan en progresar espiritualmente, presentan sus flores y sus espinas. Sin embargo, si somos cuidadosos en ver y enaltecer las características buenas y virtudes de nuestros semejantes, sin apuntar siempre y de nuevo sus errores y fallas, luego veremos un jardín de virtudes a nuestro alrededor. Eso nos alegrará, y también seremos motivo de alegría para nuestro prójimo, en el jardín que, de la misma forma, él verá brotar a su alrededor.