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Toda lucha es progreso, es evolución, ascensión. Desde que, evidentemente, el luchador no de guarida en su interior para cualquier tipo de rebeldía, pues nada puede alcanzarlo de doloroso que no haya, él mismo, dado inicio una vez en algún punto de su existencia.
Sí, toda lucha cansa, causa dolor, cansancio, agotamiento. Pero también prepara el suelo del alma para recibir el verdadero auxilio proveniente del Alto, además de retemplar el espíritu en la determinación de nunca más cometer los mismos errores y proseguir firme hacia arriba, en su camino de evolución. En verdad, lucha es bendición, cuando encarada con disposición correcta y enfrentada con coraje.
El Día Sin Mañana