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Hay épocas de la vida en que ella nos parece una verdadera prisión. Nos sentimos limitados, solos y desamparados. Pero incluso en esos periodos más sombríos está en nuestras manos, exclusivamente, formar un ambiente propio favorable, mediante la mantención de la pureza de la voluntad interior.
Esa pureza interior conserva una conexión con los mundos luminosos del espíritu y desde allá, la fuerza, la paz y la serenidad son inculcadas en el alma desamparada, ayudándola con gran asertividad a superar esos tiempos difíciles.
El Día Sin Mañana